- Donde vive: Bosques de casi todo el mundo
- Alimentación: Semillas, frutos secos, bellotas, cortezas y brotes tiernas
- Costumbres: La ardilla vive en grupos familiares
- Características: Cuerpo esbelto. Larga cola peluda. Cabeza avispada, ojos brillantes y dientes agudos y afilados.

La ardilla es un mamífero roedor.
Mide entre 35 y 45 cm de longitud, de los
que casi la mitad pertenecen a la cola. En las extremidades
delanteras, el pulgar es reducido, pero los otros 4 dedos están bien
desarrollados y dotados de largas, curvadas y afiladas uñas.
Su cabeza es graciosa; en ella sobresalen los
ojos brillantes y la boca en la que los dientes están muy
desarrollados y salientes. Si se les captura jóvenes, es posible
domesticarlas y como animal doméstico resulta muy sensible y cariñoso.

Hay un gran número de especies de ardillas,
muy distintas en color y tamaño, propagadas por todo el mundo, excepto
en Australia.
Se alimentan de semillas, cortezas, frutos
secos, brotes tiernos y bellotas, que entierran durante el verano en
el suelo a unos centímetros de profundidad, para luego alimentarse de
ellos durante el invierno. Este almacenamiento no lo hacen las ardillas
en un solo punto, sino que lo reparten en una extensa zona del lugar
en el que viven.
Las ardillas establecen su nido en los huecos
de los árboles o en un hueco del ramaje, y en ocasiones, en los nidos
desocupados de algún grajo (pájaro parecido al cuervo), urraca o ave
de rapiña. Es curioso ver como cubren su nido por arriba con una
cúpula de ramas muy entrelazadas, que tapizan del musgo para evitar
que entre la lluvia en su casa.

Su adiestramiento depende del buen desarrollo de su cola, ya que en la ardilla, ésta constituya el elemento esencial para mantener el equilibrio en los asombrosos saltos que efectúa de un árbol a otro. A los 5 o 6 meses ya se les puede considerar adultas, pues su cuerpo y cola ya habrán adquirido su total desarrollo.
Las ardillas de países muy fríos hibernan. Esto quiere decir que duermen durante todo el invierno envueltos en su cola. Sin embargo, su sueño nunca es muy profundo, y cualquier peligro, o sencillamente su apetito, les hace espabilar rápidamente para escapar o hurgar en el suelo a la búsqueda de su dispensa subterránea de frutos que enterró durante el verano.
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